miércoles, 6 de julio de 2011

FORMACIÓN Y COMPORTAMIENTO DE LOS PARLAMENTARIOS:

A ninguno de los parlamentarios, ya sean del Congreso de los Diputados, ya sean del Senado, ya sean de los diecisiete parlamentos autonómicos , se les exige formación alguna, para acceder a ocupar el correspondiente escaño, extremo, que en principio llama un poco la atención, ya que se trata de las personas que tienen que representar a la sociedad, y como es lógico, la sociedad debe exigir que aquellos que dicen que les representan estén capacitados para ejercer dicha representación. Pero como quiera que la actual ley electoral presenta listas cerradas privando a los electores de la posibilidad de elegir libremente al individuo que quieren que le represente solo acceden al parlamento aquellos individuos que de antemano ha decidido el partido político estableciendo el orden en la lista de candidatos según el partido cree conveniente. Los partidos políticos en lugar de preocuparse de presentar una lista de candidatos con la formación que se estime mas conveniente para los electores, únicamente se preocupan de que dichos candidatos acepten rigurosamente la disciplina establecida por cada uno de los partidos existentes en el escenario político del momento. Los estatutos de cada un de los partidos políticos, establecen un sistema disciplinario limitando la voluntad de sus militantes y sometiéndolos a dicho régimen estatuario, de tal forma, que los incluidos en las listas electorales para representar a los ciudadanos no serán los que mejor ejercerían dicha representación, sino aquellos que son mas fieles al partido y a su correspondiente jefe, lo que de hecho no supone otra cosa que una verdadera quiebra de la democracia. Tal sistema estatuario, nos demuestra que el principal objetivo de la mayoría de los dirigentes políticos no es otro que limitar la libertad de opinión de los ocupantes de los sillones del parlamento, y para ello nada mejor que éstos sean ocupados por aquellos individuos que acepten la voluntad de los dirigente del partido aunque esta sea contraria a la razón, de tal forma que en el ejercicio parlamentario no existe la mas mínima libertad de opinión, sino que cada uno de los parlamentarios está sometido a la disciplina de su partido sin ninguna posibilidad de emitir juicio alguno que sea contrario a los establecido por el correspondiente jefe que es el que decide lo que cada miembro de su partido ha de votar en cada una de las secciones parlamentarias. En este sentido se manifiestan todos los políticos llamando al de la oposición para que ponga orden en su partido en cuanto algún miembro del mismo rompe la disciplina estatuaria, hecho que demuestra la carencia democrática dentro de cada partido político.

Por tal motivo a la hora de confeccionar las listas de candidatos para cada una de las elecciones no solo no se tiene en cuenta la capacidad y méritos profesionales sino todo lo contrario ya que lo importante no es que los que van a representar a los ciudadanos en el parlamento tengan la mejor formación para el ejercicio de dicha representación, sino que de lo que se trata es que sean fieles al partido manteniendo la disciplina establecida por el mismo, y que actúen acorde con las consigna dada en cada momento sin el riesgo de que puedan emitir juicio alguno que se aparte de la consigna dada por el jefe del correspondiente partido político.
No es de extrañar por tanto que los sillones de los parlamentos sean utilizados en ocasiones para dar una cabezada que otra, pues es frecuente que en un descuido, el cámara de turno sorprenda a sus Señorías durmiendo plácidamente en su escaño, y consecuentemente, sin enterarse de lo que allí se está tratando, dado que el día que no se tiene que someter a votación algún tema de interés del correspondiente partido los parlamentarios no tienen otra misión que hacer bulto y en todo caso aplaudir la exposición de su jefe. Por tanto, los ciudadanos podemos concluir sin lugar a equivocarnos, que esos que dicen que nos representan, no ejercen tal representación, sino que únicamente están al servicio del partido al que pertenecen y sobre todo al servicio del jefe de dicho partido que en definitiva es el que confecciona la lista de candidatos dándoles el lugar para que puedan ser elegidos.

Como podemos apreciar, el parlamento no sirve absolutamente para nada ya que los partidos políticos si tienen mayoría absoluta llevan al parlamente las decisiones tomadas, y si no tiene mayoría antes de entrar en el parlamento han pactado mediante contrapartidas con otros partidos minoritarios los asuntos que se van a votar, por tanto, no es cierto que los parlamentarios defiendan los interese de los ciudadanos sino que lo único que defienden son los interese del partido al que pertenecen sin que les preocupe en absoluto el interés de los ciudadanos a los que dicen representar.
Prueba de que los parlamentarios no ejercen con eficacia la representación de los ciudadanos es que solo sea obligatoria la asistencia a la sede parlamentaria el día que se somete a votación algún tema de interés del partido en el gobierno en cuyo caso todos los parlamentarios deben asistir y estar bien despiertos sin que nadie sea capaz de romper la disciplina ya que ello les puede privar de repetir en la próxima legislatura. hecho éste, que quiebra por si mismo la propia democracia, y prueba que los que dicen representarnos únicamente representan al partido al que pertenecen.

A la vista de todo ello, es más que evidente, que los parlamentarios no defienden en absoluto a sus representados. Todos los días podemos comprobar, como los dirigentes políticos toman decisiones por las que se despilfarran grandes cantidades de dinero público, que a los ciudadanos no nos sirven absolutamente para nada, sin que nuestros representantes en el parlamento hagan el más mínimo gesto para evitarlo. Entre estas grandes partidas económicas, destacan por ejemplo, las que tanto el gobierno del Estado, las Comunidades Autónomas, e incluso los Ayuntamientos destinan a propaganda institucional usando a su antojo todos los modios de comunicación que consideran oportuno haciendo publicaciones que a nadie le interesan, sin que ninguno de nuestros representantes haga la mas mínima critica de ello. En tal sentido no tenemos mas remedio que pensar, que alguien, por no decir a la mayoría de esos señores que dicen que nos representan les debe producir algún beneficio, si no fuera así, todos o la mayoría de los parlamentarios pondrían de manifiesto la inutilidad de dicha propaganda con lo que se evitaría tal despilfarro público. Podemos afirmar por tanto, que todos los partidos políticos están caracterizados por una rigurosa disciplina, en la que no se permite la mas mínima tentativa de cisma o división, y una dirección que reposa en métodos autocráticos, en cuya cima radica el poder absoluto y consecuentemente los parlamentarios carecen de poder ni libertad alguna, con lo que efectivamente, nadie defiende los intereses de los que dicen somos representados. Nos encontramos por tanto, sometidos a un engaño absoluto. A los políticos les somos de gran utilidad para conseguir instalarse en el poder, y una vez acceden al mismo se dedican a mantenerlo despilfarrando nuestro dinero incluso haciendo publicidad institucional totalmente inútil sin que se haga la mas mínima critica de ello, lo que viene a demostrar que todos los partidos y sus correspondientes parlamentarios se ponen de acuerdo para que no se produzca ningún rechazo a esas constantes campañas publicitarias de las que solo son beneficiarios los que dicen representarnos, cuya representación es aprovechada para mantenerse en el poder abusando y malgastando del dinero del contribuyente.

Por otro lado, también es conveniente poner en consideración la retribuciones percibidas por dichos parlamentarios.

El cargo del parlamentario es un cargo al que se accede de forma totalmente voluntaria, y en tal sentido debería ser un cargo honorífico, entre otras cosa por que su asistencia al parlamento puede ser de una vez a la semana o incluso a veces cada 15 días, dado que no es necesario que esté todos los días en el parlamento. Por tal motivo seria aconsejable que dichos parlamentarios se dedicaran a prestar su servicio profesional en la actividad a la que se habían dedicado con anterioridad, si es que la tuvieron, y si no la tuvieron está en edad de entrar en el mercado laboral. E lo referente a la actividad profesional de los parlamentarios deberíamos tener en cuenta que aquellos cuya única profesión ha sido la política careciendo por tanto de cualquier otra profesión o formación, lógicamente no deben ser los más idóneos para representar a nadie. Si la actividad de parlamentario no fuera de dedicación exclusiva y por tanto solo se les retribuyera por sus asistencias cuando fueran necesarias quizás tendríamos unos verdaderos representantes en los parlamentos en lugar de esos oportunistas que han hecho de la política su modus vivendi, actividad que les supone muchos derechos y muy pocos deberes. De ninguna manera estoy diciendo que no deban existir un número determinado de parlamentarios con dedicación exclusiva, y por tanto con una retribución acorde que la actividad que desarrollan, retribución que lógicamente debe estar acorde con su formación y capacidad en la materia que les debe ser exigida. Este grupo de parlamentarios con dedicación exclusiva entre otros deben formar parte la denominadas comisiones permanentes como es obvio. No obstante, es preciso destacar que estos grupos de parlamentarios deben estar formados por grupos de individuos con méritos reconocidos en la materia a la que dedican su actividad y para ocupar dicho cargo deberían ser elegidos por un tribunal especializado en dichas materias, y de ninguna manera según los méritos de fidelidad demostrados al partido y al correspondiente jefe.
El resto de parlamentarios que no formen estas comisiones no deben tener dedicación exclusiva y por tanto su retribución se debe limitar a unas primas por asistencia y las correspondientes dietas y gastos de desplazamiento, dedicando el resto de tiempo a su actividad habitual, con la condición de que se les permita la flexibilidad suficiente para acudir al parlamento aquellos días que sean necesarios.
Dado la existencia de un gran porcentaje de parlamentarios a los que no se les exige ningún tipo de formación específica, ni prueba alguna para acceder al cargo, y que además al único que le prestan servicio es al partido al que pertenecen, creo que la sociedad no tiene por que soportar esas elevadas cargas económicas que supone ese desmedido número de parlamentarios que en definitiva no sirven nada mas que para hacer el juego al partido político que los ha elegido.

Cuando un individuo de forma voluntaria se designa representante del pueblo, debe adquirir unas obligaciones y, entre ellas, debe figurar la de representar y proteger los interese de dicho pueblo. Por tanto, su primera obligación debe radicar en no aprovecharse del bien de aquellos a quien representa. Ese es el primer compromiso que un político debe asumir respecto a sus representados, además de ello, y dado que el cargo es voluntario debe ser honorifico, y en todo caso que se le retribuya por el verdadero servicio que presta a la sociedad.
Lo que no es admisible, ni ético, ni aceptable por la sociedad, es que un grupo de individuos que no hacen prácticamente nada salvo sentarse en el sillón que les corresponde en el parlamento al que pertenecen de dos a cuatro veces al mes, se les asignen grandes retribuciones fijas mensuales disfrazadas en distintas partidas y todas las demás prevéndas que el puesto lleva aparejadas sin que tengan ninguna otra obligación que la de ser fieles al partido y al correspondiente jefe. Extremo que incluye a todos los parlamentarios, y cuando digo a todos incluyo todos los parlamentos Autonómicos.
En todos los casos además del sueldo existen un sin fin de complementos mensuales por razón del cargo, y que suponen en algunos casos triplicar o mas el sueldo que tienen asignado. Entre estos complemento figuran los siguientes. Complemento por ser miembro de la mesa del congreso, complemento como gastos de representación, complemento por gastos de libre disposición. Ademas de estos existen otros como son ayudas, franquicias e indemnizaciones por los gastos que sean indispensables para el cumplimiento de su función. Ademas tienen derecho a viajar gratis en medios de transporte público, si utilizan su coche particular reciben una cantidad por Km. e incluso cuando no utilizan coche oficial tienen una tarjeta a cargo del congreso para pagar el taxi, también disponen a cargo del congreso de teléfono móvil. El total de los gastos de sus señorías, en algunos casos supone cantidades mensuales tan elevadas que causan un poco de rubor, lo que evidentemente se convierte en un abuso total y absoluto de los intereses de aquellos a los que dicen representar.

Con independencia de la forma de retribución que se les asigne lo que sí les debe ser exigible es la imparcialidad en el momento de emitir juicio en el parlamento, y, efectivamente la fidelidad a los representados en lugar de la fidelidad al partido al que pertenecen. Con el sistema actual además de que las decisiones no se toman en el parlamento , dado que como ya se ha dicho a la sede parlamentaria llega todo decidido, los parlamentarios están sometidos a una total y absoluta disciplina impuesta por el partido al que pertenecen, aunque lamentablemente pagados por todos los ciudadanos.


No deberíamos tolerar que aquellos a los que les pagamos los ciudadanos para que nos representen en lugar ejercer dicha representación en la defensa de nuestros interese, a veces incluso no solo no ejerzan dicha defensa sino que incluso nos impongan obligaciones en su interés y beneficio propio, que resultan totalmente perjudiciales y contrarias a los intereses de la sociedad sin que los que dicen somo sus representados podamos hacer nada para evitarlo.
Creo sinceramente que si los parlamentarios estuvieran retribuidos por su asistencia el día que esta fuera necesaria, dedicándose el resto de tiempo a su trabajo habitual, si estar sometidos a la disciplina de partidos posiblemente su comportamiento fuera mas imparcial prestando por tanto un mejor servicio a sus representados, y ademas se evitaría una carga económica innecesaria como es lógico a cargo de los contribuyentes.


Es evidente que la clase política, nos va a decir, que la herramienta que tenemos en la mano para evitar dicho comportamiento, no es otra que las urnas, y efectivamente así debería de ser, pero para ello es totalmente necesario una nueva Ley Electoral que no permita las alianzas entre distintos partidos políticos, ya que con dichas alianzas las urnas no llevan al gobierno al político elegido por el pueblo, sino a aquellos que mediante acuerdos totalmente mercantiles consiguen agruparse e incluso sacar del juego político al partido mas votado, con lo que lógicamente como ya se ha puesto de manifiesto en lineas anteriores resulta que nos encontramos ante una falsa democracia, o mejor dicho por una partitocracia en lugar de por una democracia ágil y evolutiva.

La clase política que nos gobierna y la que aspira a gobernar, antes de presentarse a las elecciones deberían someterse a unas oposiciones, cuyas oposiciones tendrían que ser muy exigentes sobre todo respecto a la moral y la honradez de los candidatos, y en algunos casos también respecto a la formación académica, y solo una vez que obtuvieran el aprobado en dichas materias estarían legitimados y capacitados para presentarse a las elecciones y para ser elegidos como representantes de los ciudadanos.

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